#05 | Una historia de amor
Nada es casualidad. Las causas (y las personas) se alinean cuando es necesario que así sea.
El 14 de marzo de 2022 regresé a España tras seis meses viajando y viviendo en diferentes lugares de Kenia y Uganda, y unas merecidas vacaciones en la isla de Zanzíbar. Desde que volví, a nivel profesional me he centrado en la escritura y he realizado varios proyectos relacionados con la formación, la divulgación y la arquitectura. A nivel personal, he disfrutado de momentos de contemplación, lectura, paseos, deporte, familia y amigos.
A veces no he sabido hacia dónde me dirigía, aunque con el tiempo aprendí a no preocuparme excesivamente por ello.
El pasado diciembre, cuando comenzaba a darle vueltas a mi futuro más inmediato, una llamada me cambió la vida. Este proyecto es realmente inspirador y esa es la razón por la que hoy quiero contarte toda la historia.
Silvia, una productora musical de Barcelona, viajó a Uganda en marzo de 2022, mientras yo me relajaba en Zanzíbar tras unos duros meses de trabajo en las obras de Kumwenya Eco School (¡por poco no coincidimos!). Durante su viaje tuvo la oportunidad de conocer dos proyectos de cooperación: Kelele África y Masaka Kids.
Las directoras de la ONG Kelele África -Eva y Chelo, que se encontraban allí en aquel momento- explicaron a Silvia los detalles de su proyecto y le hablaron de mi trabajo en la dirección de tres obras que habían terminado recientemente, cuyo resultado le gustó mucho. Si bien este lugar es todo un paraíso -puedes descubrirlo leyendo este artículo-, la pobreza en las calles resulta más que evidente. Esta primera visita tuvo, sin lugar a dudas, un enorme impacto en ella.
Desde aquel momento, Silvia quedó conmovida por la difícil situación de la infancia en Uganda. Sin embargo, lo que descubrió de la mano de Fundación Masaka Kids días después le hizo toparse de bruces con la cruda realidad. Aquellos niños, que tan alegremente bailaban y cantaban al son de cualquier música, dormían hacinados de tres en tres en pequeñas camas y apenas tenían nada. Desde aquel día, Silvia se obsesionó con ayudarlos, costase lo que costase.
Así es realmente África, un continente que sonríe y baila ante la adversidad. Por eso impacta, cambia y enamora a quien la vive con intensidad.
Durante los preparativos de un importante evento musical, Silvia recibió una llamada de Enrique Tomás, un conocido empresario de Badalona que insistió en participar con su jamón en el catering del evento. Durante otro importante evento en Las Vegas, donde ambos asistieron juntos una vez más, Enrique le preguntó a Silvia cómo había sido su año 2022. Pese a los éxitos personales y profesionales, ella le habló del viaje a Uganda y del propósito vital que había descubierto tras conocer aquella realidad: ayudar a los niños de Masaka. Enrique, conmovido por su historia y a punto de constituir su propia fundación, se ofreció a financiar la construcción de un orfanato para la Fundación Masaka Kids.
Silvia había conseguido lo más difícil: obtener financiación. Sin embargo, se enfrentaba a otro gran obstáculo. ¿Cómo llevar a cabo un proyecto de tal envergadura en Uganda? Repasando las imágenes de su viaje, decidió contactar de nuevo con Kelele África, cuyas construcciones le habían parecido geniales. Fue entonces cuando le hablaron de mí por primera vez, y el cielo se le iluminó.
Silvia me contactó inmediatamente para ofrecerme la dirección técnica y económica del proyecto. Acepté de inmediato, emocionado por la oportunidad de llevar a cabo un proyecto ilusionante en el que sentía que encajaba a la perfección. Acordamos rápidamente las condiciones laborales y económicas y nos pusimos manos a la obra. ¡Teníamos mucho que organizar y no había tiempo que perder!
Durante las primeras semanas, tras largas conversaciones con Bosco -nuestro constructor de confianza en Uganda- conseguí ahorrar 10.000€ sobre el presupuesto inicial del orfanato, lo que nos permitió ser más ambiciosos y añadir nuevos equipamientos al proyecto. Además de la casa para los niños, un edificio de casi 300m² con dormitorios para niños, cuidadores y enfermería, construiríamos una cocina con comedor y almacén. Los presupuestos encajaban y nos emocionamos por teléfono al imaginar cómo sería el resultado de las obras.
Llevo tiempo anunciando que el inicio del proyecto es inminente, y ya es oficial que marcharé hacia Masaka a mediados de este mes. Aunque no ha sido fácil encajar todas las piezas, mi cabeza ya estaba allí desde hacía dos meses.
La semana pasada, Silvia me comunicó que nos hemos asociado con Kelele África para enviar los fondos necesarios a Uganda. El círculo se cierra, y para mí es un placer enorme volver a trabajar con ellas. Pronto comenzaremos la construcción del orfanato para la Fundación Masaka Kids y aquí seguiré, al otro lado de esta newsletter, para contaros todo el proceso.
Gracias por el apoyo, estoy muy emocionado con tantas buenas noticias.
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